A la hora de comprar online, el principal obstáculo que se encuentran los consumidores es la seguridad. La incertidumbre y la falta de confianza en el ecommerce llenan la cabeza de los usuarios de interrogantes sobre la protección de su dinero, de sus datos y sobre la fiabilidad que tienen los medios de pago implementados en el negocio.
Con el propósito de terminar con estas dudas, los comercios están apostando por invertir en la protección de los clientes, cuidando el momento del pago gracias a la incorporación de métodos seguros. De esta forma, se ajustan a las preferencias de los clientes para satisfacer sus necesidades, favoreciendo su fidelización y consiguiendo aumentar los ratios de conversión de su negocio.
El crecimiento de las tecnologías aplicadas al sector de los medios de pago, como el contactless, están haciendo que la mayoría de los pagos que se llevan a cabo se conviertan en digitales. A diario se habla de la digitalización de las empresas y del Internet de las Cosas, dos aspectos que además de representar avances tecnológicos e innovación, favorecen las acciones de ciberdelincuencia.
Los consumidores compran cada vez más online y lo hacen principalmente por las ofertas, la experiencia de usuario, la facilidad y el ahorro de tiempo y de costes, pero no están dispuestos a poner en riesgo la seguridad de sus datos. En este punto se está abriendo una gran oportunidad para las empresas del sector de los medios de pago, en concreto para las pasarelas, que se preocupan por la seguridad y que cumplen con la normativa PCI DSS, como es el caso de Sipay que cuenta con la última versión de la certificación.
Las tarjetas, tanto de crédito como de débito, son el método de pago más utilizado en España por su comodidad, facilidad de uso y los descuentos que ofrecen a los usuarios. Tan frecuente es su uso como los ciberataques que sufren, y para evitar que se suplanten las identidades de las personas en el momento del pago, algunos comercios están integrando módulos antifraude. Estos módulos permiten a los negocios fijar unos velocity checks, es decir, unas reglas rápidas de comprobación de datos de la tarjeta, como el país de procedencia, la IP desde la que se efectúa el pago, la frecuencia con la que se compra, etc. Así, todas las operaciones susceptibles de ser irregulares se paralizan, no pudiendo completarse la operación. En el caso de los establecimientos físicos, el simple hecho de que el cliente esté físicamente ya es un primer factor de seguridad, pero para evitar que la tarjeta que utiliza no sea robada, se implementó la tecnología EMV, que obliga a los consumidores a introducir su PIN, siendo un dato que solo ellos conocen. Cualquier acción para proteger los datos del cliente es esencial en una etapa en la que nos dirigimos hacia un proceso de pago invisible.
La ciberseguridad de los pagos cobra mayor importancia en un momento en el que la compra es ya 360º y los consumidores optan por una experiencia de compra omnicanal. Cada vez es más habitual empezar el proceso de compra a través de un dispositivo y terminarlo en otro, buscando la rapidez y la seguridad durante todo el proceso. Por ello, es importante contar con herramientas que ayuden a simplificar el proceso de pago, como es el caso de las pasarelas.